Washington, 26 may (PL) El presidente estadounidense, Donald Trump, pasó de cancelar una reunión con la República Popular Democrática de Corea (RPDC) a decir que finalmente podría ocurrir, lo cual despierta hoy nuevas esperanzas sobre el histórico encuentro.
Pero, al mismo tiempo, que un día Trump suspendiera la cita y mostrara un lenguaje beligerante, para al siguiente dejar ver que quizás todo podría darse según lo previsto, da más motivos a quienes afirman que la administración del republicano es caótica.
A principios de marzo pasado el jefe de la Casa Blanca sorprendió al mundo cuando se conoció que había accedido a encontrarse con el líder máximo de la RPDC, Kim Jong-un, luego de meses de elevadas tensiones.
Tales expectativas se avivaron cuando, el 27 de abril, se concretó una cumbre entre Kim y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, en la aldea fronteriza de Panmunjom.
Una declaración conjunta rubricada por ellos estableció que querían firmar un tratado de paz para finalizar oficialmente la guerra, se comprometían a buscar la desnuclearización total de la península de Corea y la reducción paulatina de los arsenales para bajar la tensión militar.
Después de un furioso año de lanzamiento de misiles y pruebas nucleares, se está llevando a cabo una histórica reunión entre Corea del Norte y Corea del Sur, escribió Trump en Twitter en esa fecha, y remarcó que estaban pasando cosas buenas.
El 10 de mayo, en tanto, la posibilidad de que el estadounidense y el norcoreano se vieran frente a frente se volvió más cercana, pues el gobernante republicano difundió en esa misma red social que la cita tendría lugar el 12 de junio en Singapur.
Los avances que tantas expectativas generaron se encontraron luego con un obstáculo que no resulta menor: las diferentes concepciones sobre el alcance y los propósitos de la desnuclearización.
Para la RPDC, desnuclearizar significa poner fin a su programa de desarrollo de armas nucleares y avanzar de esa manera hasta lograr la paz en toda la península.
El país asiático nunca expresó que hará añicos su mayor y más letal espada defensiva y persuasiva, como quedó subrayado en el texto del comunicado conjunto de la reunión entre Kim y Moon.
Por su parte, Washington dejó ver que su objetivo es que Pyongyang se deshaga de las armas nucleares, las desmantelarle y se transporten hasta el centro de investigación nuclear de Oak Ridge, Tennessee, en suelo estadounidense.
Desnuclearización completa, verificable e irreversible, exigió la administración Trump por intermedio de su secretario de Estado, Mike Pompeo.
Esas contradicciones escalaron cuando, primero el asesor de seguridad nacional del mandatario norteamericano, John Bolton, y luego el vicepresidente, Mike Pence, se refirieron a la posibilidad de que con la RPDC se aplique el proceso libio de desnuclearización.
Intentar la renuncia nuclear de la RPDC es tratar de llevar a Pyongyang a un rincón, y este país no es Libia ni Iraq, que tras entregar su incipiente arsenal nuclear fueron arrasados y están a merced de potencias extranjeras, reaccionó el primer viceministro de Relaciones Exteriores de la RPDC, Kim Kye Gwan.
A su vez, la viceministra norcoreana Choe Son Hui tildó de «ignorantes y estúpidos» los comentarios de Pence, y fueron esas respuestas las empleadas por Trump como justificación para anunciar el jueves que la cumbre no se realizaría, dada la «ira y abierta hostilidad» de las declaraciones norcoreanas.
Sin embargo, en la mañana de ayer el jefe de Estado calificó en Twitter de muy buena noticia un comunicado en el que Corea del Norte expresó su voluntad de dialogar.
«Vamos a ver qué pasa, podría ser incluso este 12 de junio», dijo luego a medios de prensa en la Casa Blanca.
Anoche, incluso, fue más allá, y escribió en la red social: «Estamos teniendo conversaciones muy productivas con Corea del Norte para restablecer la cumbre que, si ocurre, probablemente se mantendrá en Singapur en la misma fecha, el 12 de junio, y, si es necesario, se extenderá más allá».
Mientras tanto, el portal digital Politico informó que pese a la cancelación de Trump, el equipo de avanzada de la Casa Blanca no suspendió sus planes de viaje este domingo a Singapur para abordar temas logísticos.
En lo que pareció un intento por justificar el cambio de posturas con tal rapidez, el presidente manifestó ayer a la prensa: «todo el mundo juega juegos».
Para varias fuentes, sin embargo, el efecto de esos «juegos» del republicano es dejar desconcertados a aliados de Washington y remarcar esa idea de caos y de falta de una política coherente.
El demócrata Eliot Engel, miembro del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, consideró que con la noticia de la cancelación Trump alienó a los amigos de Estados Unidos y socavó la credibilidad del país.
De cualquier modo, el estado actual parece más optimista ahora para quienes desean que el encuentro siga sobre la mesa como camino hacia la eventual solución a un largo conflicto, aunque, dados los últimos sucesos, no sería tan sorprendente algún nuevo giro antes del 12 de junio.
EE.UU.-RPDC, ¿nuevamente cumbre a la vista?
Por Martha Andrés Román